viernes, 26 de diciembre de 2008

Una locura

Me viene a la mente el recuerdo de un sacerdote (no recuerdo cuál) que imaginaba su juicio final. Imaginaba que Dios le decía "has perdonado a personas que han hecho justamente lo que yo decía que no hicieran. Has hecho tu comunidad de personas que no cumplían mis mandamientos..." y cosas así. Y él tenía preparada su defensa, le diría a Jesús "¿Y cómo tú?".

Razón tenía el buen cura. Desde esa gran locura de un Dios que decide hacerse niño pobre, cualquier locura de amor es poca. Después de la locura de amor de mandar a la Tierra a un hombre como cualquier otro, sólo que era Dios, nada puede ser tan loco. ¿Confiar en la humanidad, mandando a su hijo a ser uno de nosotros? ¿A quién se le ocurre?

Así que, con el permiso de Dios, cometeré también la locura de creer. Quiero creer que este año que empezará pronto, algunas cosas sucederán, algunas locuras. Creeré que el mundo mirará a lo que ha llegado con un capitalismo desbocado, y dirá que esto no da para más. Creeré que Obama cerrará Guantánamo, y Estados Unidos se sentará a conversar sin condiciones con los que siemore ha mirado por sobre el hombro. Creeré que seremos capaces de mirarnos un poco más como seres humanos. Creeré que nos daremos cuenta de que el planeta necesita un poquito más de cuidado. Creeré que seremos capaces de un poco más de grandeza al enfrentarnos a adversarios políticos.

Creeré que el scoutismo cambiará la vida de muchos niños, que vale la pena apoyar esta experiencia en poblaciones, y seguiremos adelante con la Corporación que para eso formamos con mis amigos. Creeré que hay que seguir buscando, que hay que seguir creando, creeré que el camino es lento pero no por eso interminable, y que hay que ir de a poco aunque quisiera ir más rápido.

Creeré que amar a un hijo y hacer lo que esté en mis manos para que sea feliz es posible, creeré que podrá ver otras posibilidades de construir un mundo mejor, un poco más feliz.

Creer. Qué locura la de Dios, creer en nosotros. Eso es la Navidad, creer que un niño pobre nos puede conmover, y hacer, como lo dijo Benedetti, que "la victoria crecerá despacio, como siempre han crecido las victorias". Creer, más de dos mil años después. ¿Una locura, Señor? ¿Y quién empezó?