lunes, 27 de abril de 2009

¿Y qué queda ahora?


"Tomando en cuenta
lo implacable que debe ser la verdad
quisiera preguntar
me urge
¿qué debiera decir,
qué fronteras debo respetar?
Si alguien roba comida
y después da la vida,
¿qué hacer?
¿Hasta dónde debemos
practicar las verdades?

Silvio Rodríguez

Hace poco pensaba escribir una entrada sobre los Legionarios de Cristo y la hija de Marcial Maciel. Con la lejanía espiritual, doctrinal, hasta ideológica que puedo sentir con ellos, sentía la necesidad de escribir respecto a no hacer leña del árbol caído. Por haber conocido yo también la cercanía con un fundador, puedo imaginar las decepciones y dudas que algo así genera, si en realidad las debilidades y pecados personales anulan o desacreditan lo bueno que pueda haber hecho una persona. No tengo derecho a dudar de la buena intención de quienes hayan querido seguir un camino inspirados en las enseñanzas de alguien en quién creían, espiritual, intelectual y testimonialmente. De manera insospechada, he sentido una genuina solidaridad con ellos.

No sabía mucho de Lugo antes de su elección. En la medida que me fui enterando, sí podía adivinar una cercanía al menos en su forma de asumir la fe. Como Obispo de San Pedro, cercano a los Pobres y a la Teología de la Liberación, se me hizo una figura atractiva para que en Paraguay comenzara a haber una esperanza en medio de la pobreza en que está sumido. Había sido, hasta lo que alcancé a saber, un Obispo de los Pobres, que vio en la política una forma de hacer realidad aquello de que las montañas se rebajen y los valles se eleven. No alcancé a averiguar mucho de él hasta que vino lo que todos sabemos, las múltiples denuncias y la incredulidad mezclada con la decepción.

¿Decepción? Sí, en buena medida. No por el morbo de "el Obispo que tuvo un hijo". No, pero en parte relacionado. Recordaba, en la historia del Rey David, cuando éste se las arregló para poner en primera línea de batalla a uno de sus mejores generales, Urías el hitita, para que lo mataran. Todo porque David se había metido con su esposa, Betsabé, que luego sería madre de Salomón, y quería quedarse con ella a toda costa. Yavé envía al profeta Natán a reprender a David por el pecado de "quitarle la mujer a su hermano". Ojo: David tenía "derecho" a tener muchas esposas y concubinas -como de hecho las tenía-, pero es castigado por meterse con la mujer de su hermano. No hay un castigo de Dios por un tema de "moral sexual", es ante todo por un tema de convivencia, de utilizar indolentemente el poder para pasar por encima de otros.

Algo de esto me pasa con Lugo. Veo que al hablar de moral, entre "progresistas" y "conservadores" suele hacerse una disociación extrema de los ámbitos privado y social. Con demasiada frecuencia me enerva cuando los conservadores se refieren a los "temas valóricos" reduciéndolos exclusivamente (o casi) a la sexualidad. Temas morales parecen ser sólo la familia, el aborto, los anticonceptivos, la educación sexual en las escuelas, los homosexuales, lesbianas y minorías sexuales en general y su espacio en la sociedad. Pero poco a poco me preocupa también que entre los "progresistas", o quienes se ubican más bien a la izquierda, la moral va quedando sólo en el ámbito público, político, como si no fuera necesario un buen asfalto personal para construir una sociedad mejor. Con demasiada frecuencia también, los progresistas tienden a centrar todas sus fuerzas en lo estructural, en el "cambio social", dejando de lado que para que todo ello sea efectivo realmente será preciso ante todo cambiar mentes y corazones. Cuando se trata de formar personalmente, de enseñar hábitos y virtudes, los progresistas se fastidian y dicen que eso es parte de la vida personal de cada uno, que nadie tiene derecho a imponer principios, que los "valores religiosos" deben quedar en el templo o en las casas, que nadie se debe meter en nuestra vida.

Sí. Hay trampas de ambos lados. En estos tiempos de crisis económica, a quienes estamos más a la izquierda nos resulta grato oír que Obispos critiquen la codicia, la falta de justicia y solidaridad, la ambición desmedida -todos pecados "personales"-. Pero resulta desagradable cuando esos mismos Obispos critican el hedonismo o el libertinaje sexual -que, reconozcamos, causan males más de lo que nos gusta admitir-. Por otra parte, ha sido demasiado frecuente escuchar que "los seres humanos son los injustos, no los sistemas", como una excusa perfecta para no construir un mundo con más justicia, dejando todo en manos de una siempre postergable conversión personal. El oportunismo nos alcanza a todos, lamentablemente.

Ahora sí, a lo de Lugo. Haciendo la comparación con el Rey David, no es su debilidad respecto a la castidad lo que me decepciona. No, no es la calentura, por muchos chistes que ya hay al respecto. Es haber profitado de un cargo eclesiástico para no hacerse cargo de una paternidad. No quedan muchas opciones al respecto: se las arregló para esconderlo todo con un manto de mentira, o sencillamente se desentendió de esa mujer y el hijo que nació. A fin de cuentas, no se hizo cargo de sus actos. Sí, igual que Maciel. ¿Cuántas madres solteras habrá conocido Lugo, condenadas a la pobreza por esa condición? No quiero tampoco suponer a priori absoluta inocencia por parte de la madre del hijo porque ignoro las circunstancias precisas. Pero me entristece particularmente no la debilidad personal de Lugo - no podría juzgarlo al respecto - pero sí el haber usado estrategias propias "de los poderosos" para no pagar los costos personales. Con sus bemoles, la actitud es similar a la de tantos hombres que se "echan al pollo", o que tienen un hijo con una amante y lo ocultan toda la vida, como un hijo de segunda clase. Este es un problema moral.

No quiero ni puedo condenar ni tirar piedras. Pero siento que alguna vez tendremos que integrar los aspectos de lo que implica la moral, por ambos lados. Quizás veremos que hay cosas que están de más, quizás nos daremos cuenta de que cargamos con muchos complejos y culpas, sí. Pero habrá que reconocer también que el afán de mantener la política y la moral sólo en lo público termina por volverse en contra nuestra. "No me van a enseñar moral quienes se robaron el país", declaró Lugo. ¡Ay! ¿Seremos capaces de ver algún día que todo, de alguna manera, es moral?

domingo, 19 de abril de 2009



El clásico me recordó las películas de Rocky: aguantar mangazos durante once rounds para despertar en el 12 y mandar a la lona al rival, por la cuenta de diez. Parecía que iba a ser eso; no sé cuántos mil rusos esperando que "Iván Drago" mandara pa' la casa a Rocky Balboa y Rocky reviviendo. Muchos habrán esperado este clásico con la servilleta al cuello para servirse a los camilleros, y no fue.

Me deja sensaciones encontradas el clásico. Hoy en la mañana leía a hinchas del Colo pensando en que a lo mejor una derrota iba a hacer por fin que la mierda saliera a flote y obligara a decisiones drásticas. Por un lado lo encontraba razonable; a veces un triunfo resonante hace olvidar lo malo y no es bueno siempre olvidar. ¿pero a costa de una derrota en un clásico? El corazón pesa, pucha qué pesa.

Por un lado,eso es inaceptable. No, no se puede desear perder con la U. Por otro, era como tapar la basura alegrarse por ganar. ¡Es todo tan complejo cuando las pasiones juegan! 84 años desde que un -verdadero- joven idealista se juntó con otros para, entre copas de vino y humo de cigarrillos (no en el camarín, sino en el sagrado Bar Quitapenas de Independencia), fundar el club por el que daría su vida, literalmente. Por otro lado, el deseo de que las cosas se hagan efectivamente bien.

Otra vez, el fútbol supera a la realidad. Otra vez verifico que el fútbol se parece tanto a la vida misma, tan contradictorio. Es un bálsamo un triunfo. Pero es una excusa peligrosa. ¿Con qué me quedo? ¿Con la alegría del triunfo? ¿Con la pena de la confirmación de una traición? ¿Me alegro de las trabadas del Kalule, o lo puteo por no haberlas hecho antes?

Me haría falta una comversa con el Negro Fontanarrosa.

lunes, 6 de abril de 2009

Amós

Con todo esto de las farmacias, echo de menos algo profético. Algo que remezca un poco en esta Semana Santa. Algo que recuerde un poco que la fe tiene una dimensión social -qué obvio que parece y qué fácil que se olvida-. Recordé que un profeta, Pastor humilde, arriesgó el pellejo en su tiempo por enfrentar a quienes, en ese entonces, hacían algo parecido. ¡Cuánto echo de menos que haya profetas hoy!

Así habló Amós:

Contra los defraudadores y explotadores

Escuchen esto, los que pisotean al indigente
para hacer desaparecer a los pobres del país
Ustedes dicen: "¿Cuándo pasará el novilunio
para que podamos vender el grano,
y el sábado, para dar salida al trigo?
Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio,
falsearemos la balanza para defraudar;
compraremos a los débiles con dinero,
y al indigente por un par de sandalias
y venderemos hasta los deshechos del trigo"

Amós 8, 4 - 6

Pues bien, dueños de farmacias, esto les digo yo:

"¿Es que no temen a YAVÉ, ustedes que venden la salud?
¿Es que no temen al Dios que da la vida, que la negocian
hasta sólo pensar en ganancias?
Hombres y mujeres trabajan desde la salida del sol hasta su puesta
para ganar su dinero,
y ustedes les roban poniéndose de acuerdo.
El que sólo por ganancia dificulta la salud a su hermano
es un asesino, y lo mata lentamente,
el que quita más de lo debido de sus ganancias es un ladrón,
que merece la cárcel.
¿Y encima de todo quieren reducir la pena,
confiesan esperando salir menos perjudicados?
Yo, EL SEÑOR, sé lo que hacen,
y nunca defraudo a mi pueblo.
El que murió por sus pecados murió también por ustedes
y espera su conversión"