miércoles, 24 de septiembre de 2008

Chile...¿Chile?

De cuando en cuando me llama la atención la celebración de nuestras fiestas patrias, y por cierto me ha llamado la atención este año. La aparición de cosas que no se ven en otra época del año, el esfuerzo por aprender nuevos bailes, hilvanar algunos versos en una paya, en fin. Por cierto, también, la necesidad de catarsis en una celebración muy regada y en ocasiones con cierto desenfreno, gastando lo poco que se tiene. Otras cosas definitivamente estúpidas como la insistencia en el hilo curado o el rodeo, que no merecen comentarios. Lo más especial de todo, creo, tiene que ver con aquella búsqueda de lo "típicamente chileno": no deja de parecerme una contradicción en sí misma que haya que buscar tan afanosamente y salir de lo cotidiano para encontrarnos con aquello que es "típico" de nuestra tierra.

¿Y qué es típico de nuestra tierra?. La cueca llegó desde Perú (como Zamacueca), las empanadas son españolas, los volantines son chinos. No vamos a pretender que los asados o la chicha son típicamente chilenos. Más aun, la celebración de las fiestas patrias se basa esencialmente en la característica del chileno de la zona central (el huaso), que es un reduccionismo bastante grande de todo lo que es Chile.

En realidad, quizás estas fiestas patrias muestran lo heterogéneo de nuestro país, y lo profundamente mestizos que somos: no hubo una gran etnia que poblara todo el país, somos distintos y condicionados por la geografía. Y algo propio del mestizo, que es adaptar, copiar - es fea la palabra, pero real- suele ser lo más propio del que ha sido profundamente colonizado, mezclado por una y otra raza venida desde afuera, al punto que ninguna de ellas se distingue demasiado ya. Sin embargo, parece que esto nos avergonzara a la hora de conmemorar un aniversario patrio, y nos debatimos entre esa dualidad extraña de desempolvar una vez al año los atuendos típicos y los discos de música chilena y, a la vez, jactarse de que "estas son entretenciones chilenas, no como la cumbia, el reggeton, etc". ¿Y no será que, finalmente, estas cosas sí son chilenas, porque está en nuestra profunda identidad ser adaptadores y copiones? Por otro lado, ¿será tan malo? ¿se imaginan si los brasileños, sólo por orgullo patrio, hubieran rechazado las entretenciones y deportes copiados a los navegantes ingleses, tales como el football?

Termino con un anécdota que me ocurrió en el colegio, siendo alumno. Decidíamos como curso cuál iba a ser nuestra "mascota", una especie de símbolo destinado a representarnos en la semana del colegio. Un amigo había dibujado una, creación de él, mientras que otro personaje televisivo era la opción de otros tantos compañeros. El autor de la primera mascota, en defensa de su creación, espetó "¿qué representa más al curso: algo creado por el mismo curso, o algo copiado?". La respuesta de otro de mis amigos fue sabia y certera: "Lo que representa al curso será lo que el curso crea que lo representa, aunque sea copiado". A lo mejor, como país, también vamos eligiendo (o copiando) progresivamente lo que queremos que nos represente. Quién sabe.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Mi Hogar...


Amigos, amigas, ¡Por fin!. Por fin salió nuestra casa, que comenzamos a habitar desde el sábado pasado... las cosas típicas y algunas no tan típicas: no encontrar las cosas, conocer a los vecinos, darse cuenta que no teníamos agua (al final la repusieron), en fin...

Lo que quiero es compartirles nuestra alegría, junto con Marcia, de tener ya para nosotros la casa que queríamos. Siempre vimos el departamento como algo provisional, un espacio importante pero no el difinitivo. La casa donde recibir amigos, donde imaginamos a los hijos que esperamos tener...

¡¡¡¡Me tiene tan contento!!!!