Adiós Maestro, poeta de lo cotidiano. Adiós asmático crónico, montevideano desde el pie hasta el alma.
Gracias. Aunque por todo lo que escribiste sólo pueda dedicarte mi silencio.
Si otros pueden, yo también. Ésta es mi nación virtual, sin territorio, como ya muchos han creado la suya. No hay búsqueda, pero algo se puede encontrar.