viernes, 3 de septiembre de 2010
Pensar que antes esto era chiste
martes, 11 de mayo de 2010
HCP
La matemática no sirve para nada, y quizás allí radique su belleza más sublime. En su rigor y formalidad, en su independencia del mundo material, en su forma de despojar la verdad de adornos para mostrarla en estado puro, está la belleza extrema que se muestra al que tenga el tesón para buscarla. Nunca habría sido consciente de esto si no hubiera tenido la suerte de conocer a Don Hernán Cortés Pinto.
Don Hernán solía repetir lo que se contaba de Pythágoras, cuando un día, enseñando en su escuela, un hombre rico le preguntó para qué le servía tanta demostración. Pythágoras llamó a su esclavo, le hizo traer la bolsa de dinero y le dio unas monedas al hombre, para que sintiera que su visita a la escuela era útil. Don Hernán manifestaba el mismo pythagórico desdén hacia quienes se escudaban en que el resultado estaba bien, buscaban aplicaciones o querían llegar rápido a la resolución de problemas, como si éstos justificaran la matemática. Don Hernán era tan distante de ellos como lo sería Mozart de un reggaetonero. No veo en su actitud poco tino, falta de vocación o incapacidad didáctica, cosa que de seguro afirmarían los teóricos de hoy. En el rigor y la vehemencia de Don Hernán parecía haber, muchas veces, brusquedad, pero no era sino el apasionamiento propio de quién ha experimentado la sensación de plenitud con lo que enseña y desea compartirla con otros tal y cuál es – que si no, los está traicionando-. Era consciente que el camino del matemático está lleno de cantos de sirena, de charlatanes que descubren una y otra vez la importancia del aire en la respiración y quieren cubrir con sus discursos y estudios la propia falta de formación matemática, discutiendo si hacer problemas con tomates o con dulces, de trivializadores que despojan a la ciencia de su sentido más sublime, privilegiando los resultados por sobre el camino para llegar a ellos, ofreciendo entretención por sobre la contemplación de la belleza. Don Hernán sabía de ese placer espiritual que brinda la ciencia y buscaba compartirlo, consciente de que para ello necesitaba acrisolar a sus alumnos aun a riesgo de ser juzgado mal, consciente de que el acto de amor más puro de un maestro a sus alumnos no es acomodarles las cosas sino decirles la verdad. “Yo sé que esto es difícil y que ustedes tienen mucho que estudiar. Lo sé, pero no puedo mentirles, esto es lo que deben saber”.
Gracias a Don Hernán aprendí que la matemática requiere y desarrolla virtudes, que brotan al entregarse a su estudio. En la soledad de un escritorio, frente a las hojas rayadas de una demostración, el matemático sabe en su fuero interno si lo que ha hecho es correcto o no. La victoria en matemáticas sólo puede ser conseguida con armas limpias. Incluso aunque uno pudiera engañar a otros, jamás sentirá la satisfacción espiritual de quien demuestra correctamente lo que se propone, y será siempre descubierto. El amor por la verdad que desarrolla quien demuestra, la humildad del que debe reconocer cuando no puede y el esfuerzo del que persiste son frutos espirituales en un matemático, una suerte de purificación necesaria para la ruta. Cuánto de lo que soy humanamente se lo debo a Don Hernán.
Cuánto tengo que agradecerle, Don Hernán, cuánto le debo. Aunque la impronta que espero que haya dejado en mí me ha traído, como profesor, más fracasos que alegrías. Dentro de su lucidez me dijo un día “Usted va a ser profesor. ¡Va a sufrir, va a sufrir mucho! ¿Y sabe por qué? Porque Usted va a ser como yo”… Cuánto le agradezco, si así ha sido. Cuánto ha valido la pena, a pesar de todo. Cuánto quisiera que aun estuviera, con su delantal y sus tarjetas, con la tiza y maletín, con la claridad de siempre, mostrando a los innovadores que hay cosas que no pasan. Adiós Don Hernán. Hace tres años que se fue y no pude despedirme; al menos ahora hay una cosa menos que le debo.
viernes, 2 de abril de 2010
Reflexiones de Viernes Santo
Imagino los comentarios que los vecinos le harían a María a la salida de las sinagogas: “tu hijo no respeta las tradiciones, tu hijo se junta con prostitutas, tu hijo no guarda el ayuno, trabaja el sábado, toca a los leprosos, no se lava las manos…”Imagino que debe haber sido duro para Jesús comenzar a encontrar podredumbre en su religión, ver testarudez, deseos de grandeza, mezquindades, hipocresía. Lo imagino preguntándose si había que buscar mejorar su religión “desde adentro” o dar el paso más rupturista e ir a la pelea. Acogiendo a quienes quisieran sumarse, pero emprendiendo un camino distinto generando un Cisma en el judaísmo, al fin y al cabo.
Jesús habla poco del infierno, y muchas veces lo hace en parábolas. La única vez, creo, que lo hace directamente hacia alguien, es contra los fariseos y los maestros de la ley de su tiempo. A partir de los escándalos de pedofilia del último tiempo, releía el capítulo 23 de San Mateo, de lejos lo más duro que dijo Jesús, y es escalofriante lo actual que suena: “Lían fardos pesados, difíciles de llevar, y se los cargan en la espalda a la gente, mientras ellos se niegan a moverlos con el dedo. Todo lo hacen para exhibirse ante la gente: llevan cintas anchas y borlas llamativas en sus mantos. Les gusta ocupar los primeros puestos en las comidas y los primeros asientos en las sinagogas; que los salude la gente por la calle y los llamen maestros. Vosotros no os hagáis llamar maestros, pues uno solo es vuestro maestro, mientras que todos vosotros sois hermanos. En la tierra a nadie llaméis padre, pues uno solo es vuestro Padre, el del cielo. Ni os llaméis Rabbí, pues vuestro Maestro es uno sólo, el Mesías.(…) ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de Dios! ¡Vosotros no entráis ni dejáis entrar a los que lo intentan! ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes de las viudas, mientras hacéis largas oraciones para que os tengan por justos! ¡La sentencia para vosotros será más severa! ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis merecedor del fuego el doble que vosotros!(…) ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la lealtad! ¡Eso es lo que hay que observar, sin descuidar lo otro! ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os bebéis el camello! ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa y así quedará limpia por fuera! ¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que os parecéis a sepulcros encalados: por fuera son hermosos, por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda clase de impurezas! Así también vosotros, por fuera parecéis honrados a la gente, por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad”. Viendo en estos días a Santidades, Excelencias, Monseñores y Príncipes de la Iglesia vestidos con fajas anchas y discutiendo cómo se encubrió la inmundicia por fuera, se me hiela el corazón leyendo esto.
¿Qué le puedo decir yo a quiénes, a montones, deciden abandonar la Iglesia? ¿No es lo que en su momento hizo Jesús? ¿Qué le digo a quienes deciden, eclécticamente, quedarse con algunos modelos cristianos, pero mandar a la mierda a la Iglesia, el Vaticano, los católicos, y lo que se le parezca? ¿Decirles que hay católicos sinceros de corazón, honestos, que buscan seguir a Jesús? También en tiempos de Jesús había judíos sinceros de corazón, honestos y buenos, como Nicodemo y José de Arimatea. No es fácil encontrar respuestas frente a una realidad que nos abruma y entristece.
Nuevamente, como tantas veces, mirar a Cristo crucificado permite esbozar una respuesta. Contemplar a un Jesús fracasado, abandonado por todos, me hace ver que Jesús sabía, porque quiso encarnarse entre nosotros, de nuestras debilidades humanas. Jesús, observando la cobardía y debilidad de Pedro, lo nombra Pastor de sus hermanos, aun sabiendo su vulnerabilidad ante el Maligno “Simón, Simón, mira que Satanás te ha pedido para sacudirte como al trigo” (Lc 22) Después de momentos preciosos con sus discípulos, la madre de dos de ellos le pide que les asegure un lugar en el Cielo. En el momento decisivo de su vida, se duermen y no lo acompañan. Y con todo eso, no opta por llevarse a un grupo de aventajados al desierto, sino que sigue con los que escogió. Convencido como estoy de que nuestra Iglesia necesita un remezón fuertísimo, veo que Jesús amó nuestras debilidades humanas, y así y todo nos escogió para que estuviéramos con Él y mandarnos a predicar. Cuántos más capaces, más comprometidos y más sabios habrá habido en su tiempo, y quiso escogerlos así, imperfectos, cobardes y débiles. Sea cual sea el camino, creo que no irá por el lado de decir “creo en Jesús, a mi manera, no me importa lo demás”. Condenar y enmendar la soberbia de creernos únicos portadores del mensaje de Cristo debe ir, necesariamente, de la mano de asumir que la cosa es entre todos, que seremos proclives al pecado, y desde allí hay que buscar. El mismo Dios es quien quiso hacernos partes de su proyecto, como su más grande gesto de amor.
Cuando digo todo esto, quisiera dejar en claro asumir nuestra debilidad humana no significa aceptar la pedofilia. Pedófilos habrá en instituciones de todo tipo mientras haya pedofilia. El pecado acá es la soberbia que hace pensar en la imagen antes que en las personas, en querer ocultar para tapar los escándalos. Soberbia que nace de creernos mejores que los demás, que nos hace crear una imagen y vender nuestra alma a fin de conservarla, soberbia a la que todos estamos expuestos. Con menos soberbia habría sido tanto más fácil tomar las decisiones correctas.
El mensaje de Cristo es común a muchos de los credos del mundo. Quizás la gran diferencia está en que creemos en un Dios que quiso ser uno de nosotros, conocer nuestras miserias y amarnos con todas ellas. La fidelidad a Cristo habrá de pasar, necesariamente, por una búsqueda comunitaria de Él. Esto siempre trae el riesgo del extravío del camino y las penurias de toda organización humana, pero no hacerlo nos lleva, finalmente, a olvidar lo más decisivo de Cristo: que se hizo uno de nosotros, con nuestras bellezas y nuestros horrores, y por nosotros quiso morir. Alejarse de esto puede que nos haga mejores seguidores de su mensaje, pero nos hace también dejar de lado su mayor acto de amor, precisamente el haberse encarnado entre nosotros.
miércoles, 31 de marzo de 2010
A propósito de sacerdocio y pederastia
Dentro de las muchas aristas que debe abordar la prevención de estos horrores, hay una que debe ser considerada de manera muy especial por la Iglesia Católica. La sacralización de la figura del sacerdote es terreno muy propicio para ser usado por abusadores, convirtiéndose en un método efectivísimo de intimidación hacia las víctimas. Pienso en cuántos de los niños abusados por Marcial Maciel se habrán sentido acaso culpables por pensar mal de quien era visto por muchos como un santo. Sin ocultar el evidente y culpable encubrimiento de muchos, otros tantos habrán sido –de buena fe- incapaces de creer algo malo de su fundador.
Del respeto y el agradecimiento a la vida consagrada se pasa rápidamente a la ceguera y la soberbia, olvidando el sermón que, quizás, sea el más duro pronunciado por Jesús, respecto a los sacerdotes y fariseos. En el capítulo 23 de San Mateo, les trata de hipócritas y les recrimina sus deseos de alabanza, de ser respetados y llamados Maestro: “Mas vosotros no queráis ser llamados Rabbí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos. Y vuestro padre no llaméis a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos” (Mateo 23, 8-9). La debilidad humana, esgrimida hoy para suavizar las acusaciones o justificar reacciones, debió haber sido desde siempre reconocida como llamado a la humildad y la cautela, que hoy podría haber ayudado a evitar tanto dolor.
Los últimos escándalos en la Iglesia, la cuaresma y la Semana Santa pueden ser una oportunidad de retornar a la humildad tan necesaria, no sólo para vivir más profundamente el seguimiento de quien se fijó en los humildes y sencillos, sino también como una forma de prevenir horrores como los vividos. Para los sacerdotes, meditar los diálogos de Jesús y Pedro en la pasión, donde con amor y dureza le recuerda su debilidad humana, y consciente de ella lo unge como Pastor de sus hermanos. Para los fieles, toca ser como el siervo que, tras los generales romanos aclamados luego del triunfo, debía murmurarles constantemente “Memento mori”, “recuerda que eres mortal”. La realidad actual nos urge a hacerlo pronto.
sábado, 6 de marzo de 2010
Gracias de nuevo... CHILE, CARAJO!!!
Esperaba destinar el fin de semana pasado para recopilar fotos y redactar un mail de agradecimiento por toda la ayuda que nos prestaron para la realización de nuestro Primer Campamento Intergrupos REUNE 2010. Se dieron las cosas para que ahora, en medio de la pena por el terremoto, tenga la ocasión de hacerlo.
Es raro contarles de una alegría en medio de toda la tristeza de un país devastado. Pero quisiera que sea también un signo de esperanza. Estos días han sido un tiempo de revelarnos a nosotros mismos muchas realidades ocultas: la ignominiosa pobreza en que viven tantos, el egoísmo y el interés que derivaron en saqueos y robos, la falta de escrúpulos de quienes construyeron sin estándares necesarios, la fuerza de quienes luchan hoy, como han luchado toda su vida, por ponerse de pie.
Desde Quilicura y La Legua, cerca de sesenta niños creyeron que se merecían un campamento de primera. Niños que creyeron que así debe ser nuestro país, que alcanza para todos, que los panes y los peces se multiplican cuando se comparten. Niños que, en medio de muchos horrores cotidianos que les toca vivir, decidieron que quieren y pueden vivir algo diferente, y dedicaron sus mejores esfuerzos para ir a un campamento de gran nivel. ¿Qué sería de nosotros si no creyéramos en las luces y sombras de nuestra humanidad? ¿Qué sería de nuestro país –detesto la expresión “este país”- si no hubiese, junto a delincuentes y saqueadores, personas con capacidad de soñar y amar, de postergarse a sí mismas para que otros tengan? Quiero compartir y agradecer esta luz de esperanza en esta tierra nuestra que tanto lo necesita hoy.
Durante una semana, estos cabros se sintieron queridos. Tuvieron un campamento de tanta calidad, en un lugar tan lindo y digno como los que más tienen. Gozaron de actividades y de la belleza de nuestro país. Todos ustedes han sido testigos de las miserias que somos capaces cuando algo nos azota. Quiero contarles que otro Chile es posible, y lo fue durante esa semana. Quiero contarles que contribuyeron con un poquitito a que haya cabros que se formen en el scoutismo, y estén dispuestos a dejar el mundo un poco mejor de cómo lo encontraron. Estos cabros hicieron su raid, caminaron y caminaron para demostrar que es posible vencer las dificultades, que es posible confiar en el otro. ¡Cómo sueño que eso sea lo que se lleven a sus poblaciones, a sus colegios, a sus familias! ¡Cómo sueño que en unos años más habrá sesenta hombres y mujeres chilenos más que testimonien que es mejor compartir que acaparar, que vale la pena confiar en los demás! Sería ése el éxito definitivo de este campamento. Gracias a ustedes, es posible que esta semilla al menos haya sido sembrada. Gracias a ustedes hoy está viva la esperanza de una marca indeleble en el corazón de estos cabros.
Quiero agradecerles de corazón lo que han hecho por estos cabros. No todo es ideal. Muchos esfuerzos, muchas confianzas pueden verse muchas veces defraudadas. Pero de alguna manera sabemos que vale la pena. Para quienes creemos en Cristo, es la fe en un Dios que quiso hacerse hombre entre nosotros, con nuestras bellezas y nuestras miserias, y quiso por lo mismo amarnos a concho. Les doy las gracias por haber amado a concho en cada uno de sus aportes, del tamaño o monto que fuese. Les aseguro que apenas pueden dimensionar lo mucho que hicieron.
Me da un cierto pudor escribirles esta carta. Se llevarán el mensaje que les escribo yo, cuando quienes soportaron el peso de esta tarea fueron otros: Daniel, Pedro, Dominique, Luli, Jorge, Angelo, Paty, Rafa, Ayleen, Daniel. Ellos soportaron las horas de trasnoche, de esfuerzo, de penas, de alegrías sobrecogedoras. Por medio de este mensaje que les envío, les transmito el sueño inmenso: es posible soñar, es posible creer, es posible levantar la cabeza y caminar. Que queremos que otros cabros gocen tanto del scoutismo como nosotros lo hemos hecho, y que es posible contagiar a otros con este sueño. Y soñamos que estos cabros sean parte de los que mañana construyan un país mejor.
Un abrazo apretado y cariñoso a cada uno de ustedes. ¡Ah! Les envío este video de agradecimiento por este campamento.
http://www.youtube.com/watch?v=fPqljDvLdeQ
Pedro Rupin Gutiérrez
Presidente Red Unión Escultiva - REUNE
domingo, 17 de enero de 2010
Gracias!!!
Queridos amigos
Tendría tantas cosas que decirles, a unas horas de partir a este campamento tan anhelado. Me veo otra vez, frente al computador, a unas horas de partir, como tantas otras veces me tocó hacerlo en La Legua, como pensé que no iba a volver a tener la oportunidad de hacerlo.
Quizás debería enviarles ahora una nota de saludo y agradecimiento como presidente de la Corporación Reune, pero ya llegará el momento de hacerlo. Hoy quiero hacerlo a nivel personal, con el corazón lleno de gratitud por tantas cosas que hoy puedo volver a vivir.
Hace justo diez años mi vida dio el giro que la sigue definiendo, en gran medida, hasta el día de hoy. En un retiro en Hospital Mariano Puga me propuso formar un grupo scout en La Legua, que en ese momento fue la posibilidad de concretar mis anhelos de contribuir a dejar el mundo un poquito mejor de cómo lo encontré, y encaminar un poco más mi discernimiento vocacional, a mis diecinueve años. Empezó una historia que me llevó a dejar mi casa, que me llevó a poner mi vida entera en una causa, que se vio dramáticamente interrumpida en 2005, que pude retomar en 2008 gracias a que otros se hicieron cargo de esta obra y otro gran amigo emprendiera un nuevo rumbo, con el Grupo Newen Kimn de Quilicura. Hoy apenas puedo creer que estoy a punto de partir de campamento con estos Grupos.
Les quiero dar las gracias a todos, quiero abrazarlos a todos. A partir de mañana habrá muchos cabros, pobladores, disfrutando de un campamento. No puedo evitar pensar en el cabro brutalmente golpeado hace unos días, cuya golpiza representa todo lo que detesto del scoutismo que tanto quiero, todo lo contrario a lo que queremos realizar. Cómo quisiera que un campamento realmente enriquecedor para los cabros que parten mañana sea una manera de reinvindicar también la profundidad de un movimiento susceptible de caer tanto en manos de imbéciles como de auténticos formadores –como todo en la vida-. Les quiero dar gracias por haber creído en este sueño junto a nosotros. En este día de elecciones, he reflexionado mucho respecto al papel que nos toca a cada uno para construir el mundo que queremos. Y me convenzo que la construcción de un mundo más fraterno no vendrá desde los gobiernos, no vendrá desde los poderes. Vendrá de la acción que tomemos cada uno de nosotros por compartir un poco lo mucho que hemos recibido con quienes no han sido tan favorecidos. Montones de leyes pueden crear buenos marcos, muy importantes, no cabe duda, pero un mundo con más humanidad y más justicia tendrá que venir por un espíritu que nos haga mirarnos de manera más fraternal. Les quiero agradecer porque con su ayuda muchos cabros van a disfrutar un campamento de calidad, porque tantos de ustedes fueron capaces de compartir para ayudar a que disfruten unos cabros que nunca han visto. Porque ese apoyo que nos han dado es una forma de ir construyendo un mundo un poco mejor. La justicia verdadera tendrá que comenzar desde la decisión de todos de compartir lo que hemos recibido.
A título muy personal, quiero agradecerles porque este campamento me hace volver a comenzar, a ponerme en ruta otra vez. Cuando mi período en La Legua terminó, sentí el dolor de lo que se termina sintiéndolo estéril. Hoy, años después, estoy a punto de partir a cargo de un campamento, y por si fuera poca la alegría, con mi esposa y mi hijito. Siento una gratitud tan inmensa hacia el Dios que “no rompe la caña doblada, ni aplasta la mecha que está por apagarse” (Is 42), por darme esta nueva oportunidad. Les quiero agradecer a todos por lo que han hecho por los cabros de Quilicura, de La Legua, y lo que han hecho por mí, al darme esta nueva oportunidad.
Gracias, amigos. Quiero pedirles, como última cosa, que nos tengan presentes. A los que creen, que recen por nosotros, que pidan para nosotros sabiduría, fuerza, perseverancia, valor. Siento el peso de la responsabilidad de realizar un buen campamento para los cabros, y siento que esa responsabilidad es hacia ustedes también, que lo hicieron posible. Le pido al Señor que nos ilumine para hacer lo mejor que podamos
Con mucho cariño