miércoles, 6 de abril de 2011

Soy editor de Santillana

Soy editor de Santillana, y ha sido mejor tomarlo a la talla. Para eso, no hace falta ni que me lo digan: he hecho afiches del editor de lenguaje con publicidad de Claro, lo he subido al columpio, le he dicho coimero. Hemos tirado la talla con la compañera encargada de autorizar las marcas… pero de pronto, no puedo evitar pensar que allá afuera todo esto no es talla…

Los editores de lenguaje me caen muy bien. Son buena gente, trabajan de ocho y media a seis y media, y harto duro. No han recibido un peso por poner marcas en la unidad en que analizan la publicidad. Ni uno. Más aun: en ocasiones han debido esperar harto, no pueden hacer una actividad porque no hay autorización. La encargada de documentación conversa y se ríe, pero la veo afectada: ha tenido que tramitar harto, mandar muchos mails, quizás ir a la empresa a pedir que nos dejen usar un slogan. Sabe muy bien que no es la empresa la que ha pagado por ser incluida, sino que se le ha pedido que ceda sus derechos. Ella trabaja en eso. Por lo mismo, que todos los medios durante todo un día digan que, en el fondo, su trabajo no existe, no debe dejar de ser un poco amargo. La ayudante comenta cómo su mamá le dijo ayer “pero si yo te he visto a ti buscando publicidades cuando lees el diario, recortando…”. Todos ellos han trabajado duro, y en radios, periódicos y la televisión se insinúa que los han mojado, que reciben dinero. Se han deslomado. Eso no me lo contó nadie, lo sé y lo he visto.

Se han esmerado para hacer, como se pueda, en el tiempo que se tiene, con los requerimientos de todo tipo; un libro que aborde los contenidos que no han elegido. No han incluido volantes, cupones de descuento ni cosas por el estilo como muchos han ironizado (y algunos incluso creído). Han utilizado publicidad real para trabajar la unidad de… medios y publicidad. No son cerdos capitalistas, no son estalinistas del consumismo… son mis compañeros de pega, son trabajadores de clase media.
Mi intención original era escribir algo sobre los medios de comunicación y su rol, pero ya habrá tiempo para eso. Suelo ser más intelectual para escribir, pero hoy tuve miedo y necesito hablar de sentimientos. Hoy tengo miedo. En los medios de comunicación están pateando en el suelo a compañeros míos, con acusaciones FALSAS. La gallá está prendida, los ningunean, los tratan de coimeros. Los están difamando, están menospreciando su trabajo brutalmente. Nadie se ha dado la pega de verificar, casi nadie ha visto realmente el dichoso libro. Tratar mal a quienes hicieron el libro es gratis. Están mojados, qué duda cabe. La mínima rigurosidad de probar lo que se afirma con evidencias no existe.

Veo posteos en facebook hablando de la manipulación que se haría con los libros sobre nuestros niños, metiéndoles publicidad y consumismo en el mismísimo libro del colegio. El horror ante la manipulación de los medios de comunicación y la educación de nuestros hijos. ¿Y alguno de los que postea y pega la noticia se dio la pega de verificar, de ver el libro, de averiguar un poquito más? Para qué, debe ser verdad, total, es una gran empresa. Además, lo dicen en Twitter, así que debe ser cierto. Lo dijo éste en la radio, lo dijo tal en la tele, y ese compadre siempre dice las cosas como son. Hay que sacar a la luz lo que los “medios oficiales” no se atreven a decir. Para huir de la manipulación de los libros de texto, de la obscena inclusión manipuladora de la publicidad, una masa de personas ha decidido alegremente rendirle pleitesía a una obscena manipulación periodística de medios que, por escribir más duramente, para la agilá, parecen más creíbles... Defienden a los niños en la sala de clases porque “creen todo lo que pasa en una clase, todo lo que dice en un libro”… y deciden creer todito lo que “un medio alternativo” dijo. Esto es delirante.

Las redes sociales han hecho el resto. Parece que no hemos constatado que en estos tiempos, la información debe ser ultra responsable. Lo que diga un diario crecerá exponencialmente, y luego no se puede parar. Ahora es talla, lo sé. Mis compañeros aun no han tenido problemas, por suerte, pero podrían tenerlos y ahí la talla se acabó. ¿Y si a uno por allí después no le dan pega, porque fue el que coimeaban en Santillana? ¿Y si la editorial hubiera decidido, para salvar su prestigio, despedir al autor supuestamente coimeado? ¿Tan lejano es un escenario así? ¿Qué harán los que crearon la avalancha? ¿Se van a lavar las manos, porque esas son las consecuencias que trae el compromiso con la verdad? Para cuando eso pase, esto estará olvidado, nadie lo recordará.

Escucho en las noticias que un muchacho, víctima de bullying, se ahorcó. La periodista llama la atención respecto a como tantas veces se toman a la ligera las agresiones como “cosas de niños”, hasta que ya es demasiado tarde. Los medios de comunicación están haciendo bulliyng, obscenamente. Si solo fuera a la empresa en la que trabajo, poco me importaría. Pero se está agrediendo a personas, a compañeros míos, a trabajadores. Se los está agrediendo con MENTIRAS, con insinuaciones que tiran la piedra y esconden la mano, sin ningún rigor. A estas alturas, dejando nula posibilidad de defensa, pues el daño ya está hecho.

Tengo miedo. No solo porque quizás, parafraseando a Bertold Brecht, “cuando vengan por mí ya sea demasiado tarde”. Tengo miedo que la “democratización” de la información posibilitada por las redes sociales termine siendo finalmente un fascismo de la masa, con verdades igualmente oficiales, demoledoras, excluyentes y sin espacio para la disidencia. Y que la masa se entregue alegremente a esa dictadura, como ya lo está haciendo en este caso. Y como siempre en estos casos, la responsabilidad se diluya cuando pase algo grave y todos nos lavemos las manos, por supuesto. Hoy me ha tocado de cerca, mañana puedo ser yo. Tengo miedo.

3 comentarios:

Seba dijo...

Vaya. Interesante comentario de Twitter como una masa fascista. Debe ser de una de las cosas más acertadas que he leído.
Sobre lo otro... claramente se han quebrado el lomo trabajando, y de verdad creo que no han recibido plata por publicidad. Pero poner en un libro educativo un jingle de celulares -para que los niños lo canten- y otros productos especificamente dirigidos a ese segmento etario, me parece, que si no es maldad, es harto aweonao. No sé si es culpa de Santillana o el Mineduc, pero es harto weón.

saludos

Gata dijo...

Este tema de la inclusión de publicidad en recursos educativos es harto antiguo, y ciertamente no deja de sorprenderme que la polémica reviente así, intempestivamente, como si se tratara de un boom periodístico e investigativo. Soy profesora y conozco muy de cerca el engorroso procedimiento asociado a la autorización de textos, y sé, porque lo he visto, que las empresas incluso interponen obstáculos para autorizar la presencia de sus marcas. Nada más lejos de la especulación mediática que habla de platas, de convenios y casi de colusiones.
Por otra parte, el Mineduc promueve la utilización de textos auténticos y de circulación social, e incluso se muestra retincente a la utilización de "textos de laboratorio", que resultan casi sin excepción forzados e inverosímiles. Hoy nos enfrentamos a un cambio al respecto, gatillado por la efervecencia de los medios y el eco producido en una población mal informada. De aquí en adelante, los textos escolares licitados deberán incluir marcas ficticias. ¿No constituye esto un sinsentido frente a una sociedad que bombardea constantemente a niños, niñas y jóvenes con publicidad de todo tipo, e infinitamente más nefasta que aquella incluída en los texto cuestionados? Si aún se piensa que se debe proteger a la población infantil de la publicidad ¿qué queda entonces para la literatura, que contiene a veces patrones de género dudosos? ¿Qué queda para los protagonistas de cuestionable proceder? ¿Qué queda por hacer: eliminar la lectura de ficción y reemplazarla por parábolas? Ciudadan@s y contertuli@s, evitemos caer en el pensamiento obtuso. Existen profesionales de la educación cuya misión es, precisamente, mediar el conocimiento y el aprendizaje. Ahora, si la desconfianza reside en este aspecto, uf, esa es harina de otro costal.

Anónimo dijo...

Sorry pero bien poco me importa tu pega y la de tus compañeros, si con esto se logra evitar que el "placement" se tome los textos escolares. Y por lo visto se logró evitar, por tanto esta plenamente justificado todo este alboroto, una lástima que con tu miopía no teje ver la gravedad del asunto, este asunto era serio, fueran pagados o no esos avisos, estén o no mojados tus compañeros o tu mismo, este asunto tenía que ser cortado de raíz, si les afecta la pega, bueno son gajes del oficio, a todos nos puede pasar.